¿cuantas veces a lo largo de nuestras vidas hemos escuchado esta frase? y cuantas veces se la hemos dicho a los demás?
Muchas veces. Sin embargo, el miedo es una emoción que nunca vamos a dejar de sentir, porque de lo contrario no seríamos seres humanos.
Según Norberto Levy, el miedo es la sensación de angustia que se produce ante la percepción de una amenaza. El miedo se dispara cuando sentimos que la "amenaza" es mayor a los "recursos" que tenemos para superarla. Por ejemplo, si tenemos más cuentas por pagar que dinero disponible, percibiremos una amenaza de no poder pagar las cuentas que tenemos y por lo tanto el miedo se disparará.
El tamaño de la amenaza y de los recursos es algo muy personal y variará en función de muchos factores tales como la edad, el momento de la vida en el cual se está, la confianza que tenga la persona en si misma y en el proceso de la vida, etc.
Decimos que el miedo es funcional cuando nos resulta útil para protegernos ante un eventual peligro o amenaza del entorno. Por ejemplo, es normal sentir miedo frente a un callejón oscuro, ante la aparición de un animal salvaje o ante una decisión importante.
Sin embargo, los miedos disfuncionales son aquellos que por su intensidad nos paralizan e impiden que realicemos ciertas cosas o tomemos decisiones saludables para nuestra vida. Son miedos irracionales por tener pronósticos catastróficos frente a eventos futuros. Por ejemplo, temo dejar mi trabajo actual por miedo a no poder conseguir otro trabajo.
Cuando hablamos del miedo en Coaching, no hablamos de eliminarlo o suprimirlo sino que hablamos de gestionarlo. Para poder gestionar el miedo, lo primero que tenemos que hacer es aceptar que lo sentimos. Negarlo impide su gestión adecuada.
Una vez que lo aceptamos, podremos gestionarlo adecuadamente para que no impida alcanzar nuestros objetivos o metas.
Cómo gestionar el miedo
Para una adecuada gestión del miedo, en Coaching proponemos los siguientes pasos:
Paso 1: Identificar la amenaza
Cuando hablamos de identificar la amenaza, a lo que nos referimos es a identificar que es lo que nos provoca miedo. Puede ser la soledad, el rechazo, la burla, la muerte, etc. La amenza es un pronóstico catastrófico acerca de algo que puede ocurrir. Por ejemplo no quiero viajar en avión porque tengo miedo a morir en un accidente aéreo.
Paso 2: Evaluar la amenaza
Una vez que hemos identificado la amenaza, analizamos cuán real es. O sea cuál es la probabilidad de que eso realmente ocurra. Este análisis sirve para visualizar cuan sobre estimada está la amenaza. Si la amenaza es real, y la probabilidad de ocurrencia es del 100%, entonces pasamos al paso 3.
Paso 3: Plan de Contingencia
El plan de contingencia es para prepararse o minimizar el pronóstico negativo. En este plan se analiza si es posible evitar que esto suceda y se plantean las acciones necesarias para evitarlo. Si el resultado pronosticado es inevitable, se establecen los recursos que vamos a necesitar para estar preparados cuando el evento que estamos pronosticando suceda.
En las sesiones de Coaching, el coach ayuda a identificar la mejor estrategia para prepararse ante un imprevisto, reduciendo notoriamente la sensación de miedo que produce la idea de que ese imprevisto suceda.
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